La alergia a avispas y abejas se puede curar
• La Dra. Pilar Cots, especialista en Alergología ofrece pautas sobre la alergia a picaduras de estos insectos que, en algunos casos, puede provocar muerte súbita.
Entre el 15-25% de la población presenta sensibilización al veneno de avispas o abejas (himenópteros), en el caso de los apicultores sube hasta el 36% al estar especialmente expuestos. Las reacciones graves (generalizadas) aparecen entre el 5-15% de la población. No se disponen de datos fiables sobre la mortalidad pero probablemente sea mayor de lo que se supone y algunos casos de muerte súbita sean debidos a esta alergia.
Las reacciones a las picaduras de estos insectos siguen siendo un serio problema médico, por lo que la Dra. Pilar Cots, especialista en alergología del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo ofrece como actuar antes, durante y después de una picadura de abeja o avispa.
¿Es lo mismo una abeja que una avispa?
Aunque las dos pertenecen al mismo grupo de insectos (himenópteros), presentan diferencias importantes. Las avispas son carnívoras mientras que las abejas son vegetarianas y se alimentan del néctar y del polen de las flores. El aguijón de las avispas es liso por lo que una vez que han picado pueden extraerlo con facilidad y volver a picar varias veces; sin embargo el de las abejas es aserrado y eso hace que no lo puedan extraer del interior de la piel una vez clavado, por este motivo la abeja sólo puede picar una sola vez. Como las abejas se dedican a recolectar polen su cuerpo está recubierto de abundante pilosidad; el de las avispas es liso.
Si soy alérgico a las avispas, ¿lo soy también a las abejas?
Se puede ser alérgico a ambas, pero normalmente no. Las proteínas del veneno responsable de la alergia en ambas son diferentes. A veces ocurre una sensibilización cruzada al tener otras sustancias parecidas que pueden ocasionar alergia con menos frecuencia. En la práctica real esto es muy infrecuente.
Cuando me pica una avispa se me inflama mucho toda la zona, ¿Eso significa que tengo alergia?
Cuando sufrimos una picadura de abeja o avispa se produce una reacción local de inflamación en la zona de la picadura. Estas reacciones de enrojecimiento, hinchazón y dolor son normales. Pueden ser muy grandes, y extenderse varios centímetros alrededor de la picadura. A pesar de lo molestas y dolorosas que pueden ser, no son peligrosas para la vida.
¿Cuáles son los síntomas que tengo que notar para sospechar que estoy teniendo una reacción alérgica a una picadura?
Si aparecen reacciones en sitios diferentes al de la picadura, es decir reacciones sistémicas que afectan a diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo: no es normal que nos pique una avispa en un pie y se nos hinchen los labios o los párpados, o que aparezcan ronchas (urticaria) o dificultad para respirar o ganas de vomitar con mareos...
Estas reacciones pueden ser extremadamente graves, e incluso mortales y suelen aparecer de forma inmediata a los pocos minutos de la picadura.
Las reacciones sistémicas más habituales son: urticaria (ronchas por el cuerpo), inflamación de ojos, boca o cualquier zona separada de la picadura, estornudos, picor y mucosidad nasal, lagrimeo y picor de ojos, tos, ahogo, silbidos en el pecho (asma), mareos y pérdida de conocimiento.
Cualquier persona que presente una reacción sistémica tras una picadura de abeja o avispa, debe acudir al especialista para realizar el estudio alergológico adecuado. Dicho estudio consiste en pruebas cutáneas (en la piel) y análisis de sangre. Con su resultado el alergólogo le confirmará si tiene o no una alergia a estos insectos y, lo más importante, le explicará el tratamiento más adecuado para su caso en particular.
Soy alérgico a las abejas ¿Qué debo hacer si me pica una? ¿Debería llevar algún tipo de tratamiento por si acaso?
Hay dos cosas importantes a tener en cuenta cuando nos pica una abeja y/o una avispa:
Lo primero es alejarse del lugar donde haya ocurrido la picadura ya que cuando una avispa pica libera una feromona que incita a otros miembros de la colonia a picar.
Lo segundo es que si el insecto que nos ha picado es una abeja, hay que extraer el aguijón de la piel lo antes posible ya que durante un tiempo continúa inyectando veneno. No hacerlo con unas pinzas, ya que exprimiríamos el saco de veneno inyectándolo más rápido. La forma más segura de extraerlo es raspando con la uña o con un objeto romo (como una tarjeta).
Si ya sabe que tiene alergia y sufre una picadura, debe acudir al Centro Médico más cercano lo antes posible para su valoración y control. Si durante el camino aparecen síntomas en la piel (inflamación, urticaria, ronchas) debe tomarse un antihistamínico tipo Polaramine. En el caso de que aparezcan síntomas de dificultad respiratoria debe aplicarse un broncodilatador inhalado tipo Salbutamol (Ventolín) para abrir las vías respiratorias.
Lo más importante de todo es vigilar si aparecen varios síntomas a la vez (ronchas con ahogo, mareo y vómitos, dificultad para tragar, etc) ya que indica que está haciendo una anafilaxia y el único tratamiento que le puede salvar la vida en ese caso es la adrenalina.
Existen adrenalinas autoinyectables (Altellus, JEXT) tanto en dosis de adulto como infantil. El alergólogo pautará la más adecuada según edad y peso. Su manejo es muy sencillo.
¿Se puede curar esta alergia?
La respuesta es sí. A diferencia de otras causas de alergia, esta es de las que existe una alta posibilidad de curación gracias a las vacunas con extracto de veneno de estos insectos. Su eficacia está ampliamente demostrada. Su administración se realiza mediante inyecciones en el antebrazo una vez al mes durante unos 3 a 5 años. Con estas vacunas se consigue tolerancia frente al veneno del insecto, de manera que la persona con alergia reacciona igual que la persona que nunca ha padecido alergia. Hasta que se consigue este efecto, la persona alérgica debe continuar con las mismas precauciones.
El especialista de alergia es el que le comentará si en su caso está indicado o no vacunarse, durante cuánto tiempo y cuando se debe interrumpir.
El efecto terapéutico de la vacuna es duradero, de modo que a los 10 años del fin de la inmunoterapia, alrededor del 90% de los pacientes siguen estando protegidos.