Se calcula que durante la pandemia las causas habituales de insomnio se han incrementado un 60%
• Estas causas son la percepción de estrés agudo, la ansiedad y la depresión. • Los Dres. Juan Antonio Pareja y Emilio Gómez Cibeira ofrecen algunas pautas para mejorar la calidad del sueño y combatir el insomnio.
El sueño es muy sensible a las alteraciones de la salud física y mental y a las variaciones de las condiciones ambientales. Estas modificaciones generan estrés, que puede definirse como la reacción al "cambio". Las dificultades para afrontar y adaptarse al evento estresante, pueden provocar ansiedad y depresión en personas vulnerables y exacerbar padecimientos previos. El estrés en general, y sus consecuencias en particular, suelen interferir con la conciliación o el mantenimiento del sueño (insomnio) y repercutir sobre el funcionamiento diario.
La pandemia provocada por la COVID-19, ha generado estrés, ansiedad, depresión, preocupación por la salud, aislamiento social, disminución de la capacidad adquisitiva e incluso pérdida del empleo. Además, la incertidumbre sobre la posible evolución de una pandemia, que ya perdura a lo largo de muchos meses, ha creado un considerable desasosiego en la mayoría de adultos.
"Es indudable que este evento ha tenido una importante repercusión sobre la calidad del sueño", aseguran los Dres. Juan A. Pareja y Emilio Gómez-Cibeira, de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario Quironsalud Madrid y del complejo hospitalario Ruber Juan Bravo.
Según estudios realizados en la población China, durante la pandemia se han incrementado de manera importante la percepción de estrés agudo (16%), la ansiedad (19%) y la depresión (25%), causas comunes de insomnio. Pero, además, los efectos sociales del confinamiento influyen decisivamente en la regulación de los ciclos sueño-vigilia, que a su vez ocasionan –o empeoran- trastornos del sueño previos.
Estos cambios no tienen precedente en la generación actual, y todos ellos acumulados favorecen el insomnio, generan cansancio y somnolencia diurnos y desarrollan unos horarios de sueño y vigilia desordenados.
Por otra parte, los pacientes afectados por la COVID-19 comunican padecer insomnio, apatía, cansancio o fatiga persistentes y dolor corporal generalizado. En estos casos, los estudios del sueño son importantes para diferenciar entre los efectos de la infección padecida y un trastorno del sueño exacerbado por la infección, ya que pudiera ocurrir que un trastorno del sueño haya permanecido latente (asintomático), hasta que ha sido activado por la infección.
En resumen, la pandemia COVID-19 puede perturbar el sueño de tres formas:
1. Por el estrés que ocasionan el impacto y la incertidumbre de la situación.
2. Por las consecuencias que la prevención (confinamiento o restricción social) tiene sobre las actividades de la vida diaria.
3. Por efecto directo de la infección viral.
Para minimizar los efectos de la COVID-19 sobre el sueño, es recomendable fortalecer la higiene del sueño siguiendo unos consejos elementales pero eficaces:
- Las horas de acostarse y levantarse deben ser las mismas cada día. También deben ser regulares los horarios de las comidas, de las tareas domésticas y laborales (si se realiza teletrabajo), así como los de las actividades de ocio y deporte.
- Es recomendable realizar ejercicio a diario, adaptado a las posibilidades del domicilio, pero evitando hacerlo 3 horas antes de acostarse.
- Es importante exponerse a la máxima luz solar, sobre todo durante la mañana, ya sea en un patio, un balcón o en la habitación más luminosa. No deben usarse gafas de sol por la mañana. Por la noche, antes de acostarse debe evitarse la exposición a la luz azul de los dispositivos electrónicos (ordenadores, móviles, etc.).
- El ambiente de la alcoba debe ser el adecuado para poder dormir. Debe ir a la cama solo cuando sea el momento de dormir. Es importante utilizar la cama solo para dormir (evitando realizar otras actividades como comer, leer, ver la TV, etc.).
- Evitar el consumo de café después de las 16.00h, así como el de alcohol y tabaco por la noche.
"Y, en todo caso -concluyen los expertos-, si siente que la situación está afectando a su descanso nocturno de forma persistente y con repercusión sobre su actividad diaria o sobre su calidad de vida, consultar a una unidad especializada de Medicina del Sueño que le estudiará y prescribirá el tratamiento oportuno".