El Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo pone en marcha la primera Unidad de Periodoncia Hospitalaria de España
Coordinada por los doctores Antonio Lorente y Miguel Carasol. La periodontitis representa un indicador de riesgo que disminuye el estado de salud cardiovascular, al tiempo que incrementa la aparición de complicaciones en pacientes diabéticos.
Recientemente el Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo de Madrid incorporaba un nuevo Servicio de Cirugía Maxilofacial, dirigido por los doctores Manuel Chamorro y Javier Arias. Dentro de dicho Servicio, se ha creado una Unidad de Periodoncia Hospitalaria, absolutamente novedosa en la Odontología -se trata de la primera Unidad de estas características en España-, coordinada por los doctores Antonio Lorente y Miguel Carasol.
¿Por qué una Unidad de periodoncia en un hospital?
Existen dos razones fundamentales:
- En primer lugar, solamente un cinco por ciento de la población adulta tiene su encía sana. Un gran porcentaje padece gingivitis, una inflamación de la encía que no destruye tejidos que sustentan al diente, como la propia encía y el hueso de los maxilares, pero que puede conducir a padecer periodontitis con el tiempo. En España, el 37% de la población por encima de 35 años sufre periodontitis (mal llamada piorrea en tiempos), aumentando al 65% en los adultos mayores de 55 años.
- Por otra parte, la periodontitis es una enfermedad inflamatoria crónica de origen bacteriano que, no diagnosticada o tratada a tiempo, puede conducir a la pérdida de dientes porque se destruye progresivamente el tejido que los sujeta: encía, hueso de soporte a los maxilares, y el ligamento periodontal que une ambos tejidos.
La buena noticia es que solo un 10% de las periodontitis son avanzadas y requieren tratamientos relativamente complicados. En el resto ( incluso en las avanzadas), se puede prevenir su aparición, y también su avance de forma sencilla: basta con abrir la boca y ver si la encía ha cambiado de forma, color o tamaño, si los dientes están modificando su posición (es frecuente que los incisivos superiores se desplacen hacia delante, abarquillándose) o se mueven. Es importante valorar el mal aliento, la supuración de la encía, y lo más importante: la encía sana jamás sangra (el ojo sano tampoco lo hace), por lo que la frase "me sangra alguna vez, o de vez en cuando" indica siempre que algo sucede, y por tanto debe revisarlo un dentista.
Si la enfermedad está establecida, evitar que progrese es sencillo, ya que los dentistas e higienistas dentales están perfectamente preparados para este fin. Con un tratamiento inicial de limpieza profunda de los tejidos afectados, la mayoría de las veces sin necesidad de cirugía, se estabiliza el proceso. Posteriormente, y esto es fundamental, con visitas periódicas de mantenimiento cada 4-6 meses en función del caso, la boca puede estar saneada y preparada para tratamientos posteriores de prótesis, estética dental, etc.
Sin embargo, nada de lo anterior es posible sin la participación del paciente en su casa con unas medidas de higiene bucodental, sencillas pero que deben asumirse como un hábito.
En segundo lugar, la encía enferma por periodontitis se desprende del diente, y deja una herida interna abierta por la que las bacterias llegan al hueso de soporte de los dientes y comienzan a destruirlo. Esta herida puede llegar a ocupar una superficie parecida al dorso de la mano. Imagínese esta situación, en la que la mano está constantemente bañada por saliva, alimentos, bebidas secreciones, etc. De esta manera, las bacterias que provocan la periodontitis, y sus productos tóxicos, pasan continuamente a la sangre del organismo, incluso con maniobras tan habituales como masticar o cepillarse los dientes. Este proceso se conoce como bacteriemia, y facilita que la periodontitis provoque un estado inflamatorio crónico en el organismo, y no solo en la boca.