Conservas caseras
La elaboración de conservas caseras constituye una forma de preservar alimentos perecederos y de aprovecharlos, evitando así́ el desperdicio alimentario. Además, es una forma de disfrutar de alimentos de temporada durante todo el año fuera de estación, y por si fuera poco también facilitan su trasporte. Además, se obtiene un producto más natural.
Los alimentos que se van a utilizar deben estar frescos y estar limpios. En el caso de frutas y verduras, deben estar en condiciones óptimas de madurez, sin golpes ni daños externos.
Antes de utilizarlas, debemos:
- Cortar las partes dañadas (si las hubiera).
- Lavar las piezas con agua potable.
- Es recomendable, si se emplean frutas u hortalizas como materias primas, desinfectarlas con lejía etiquetada como "apta para la desinfección del agua de bebida", sumergirlas durante al menos 10 minutos y enjuagarlas con abundante agua potable.
- Finalmente, se deben secar las piezas, preferiblemente, con papel de cocina.
A la hora de elaborar la conserva, en función de si se trata de un producto ácido o alcalino, se escogerá el método de cocción que mejor se adapte, acidificando si fuera necesario
- Cocinar los ingredientes o alimentos que queremos conservar.
- No llenar los tarros totalmente, dejando libres unos 2-3 cm por debajo del borde del tarro.
- Remover el contenido del tarro para asegurarse de que no hay aire en su interior y poner las tapas.
- Esterilizar.
- Extraer y poner los tarros boca abajo mientras se enfrían, para comprobar que el cierre es hermético.
- Una vez frías las conservas, se almacenarán en un lugar fresco y seco, etiquetadas con el producto que contienen y la fecha de elaboración.
El mayor riesgo de las conservas casera: el botulismo, por ello es tan importante seguir correctamente los pasos.
Realizar conservas caseras te permite tener alimentos o preparaciones en los que vas a conocer los sabores y los conservantes, además de permitirte ahorrar en tu día a día.