Mariscos
Los mariscos son animales invertebrados comestibles que pueden ser marinos o de agua dulce.
En su composición, están constituidos por aproximadamente un 80% de agua, un 15% de proteínas aunque el valor biológico depende en función de la especie, un contenido muy escaso de hidratos de carbono, igual que el resto de pescado. Son ricos en ácidos grasos poliinsaturados omega-3, y la cantidad de colesterol que nos proporcione variará en función de la alimentación que haya tenido el marisco en concreto.
Los minerales más abundantes son el calcio, sodio, fósforo, potasio y magnesio. El hierro dependerá de la especie, por ejemplo, las ostras son buena fuente de hierro, calcio y zinc.
Presenta vitaminas liposolubles e hidrosolubles destacando las vitaminas A, D, E y algunas vitaminas del grupo B como son tiamina, niacina y vitamina B12.
Es un alimento que tiene menos calorías que el pescado, debido a la menor cantidad de grasa.
El consumo de marisco puede conllevar distintos riesgos higiénico-sanitarios porque puede ser vehículo de microorganismos, toxinas y parásitos, por lo que hay que extremar las precauciones durante su manipulación y preparación.
El marisco se clasifica en moluscos y crustáceos.
Los moluscos, en la mayoría de los casos, están cubiertos con una concha o caparazón y el cuerpo es blando. Algunos de ellos son los bígaros, almejas, ostras, mejillones, que se clasifican a su vez en función de las conchas que presentan.
Los calamares, la sepia, el pulpo también son moluscos, pero se diferencian porque la concha la tienen en su interior, denominándose cefalópodos.
Los crustáceos están recubiertos en su totalidad por un caparazón como la langosta, langostino, cigala, bogavante, centollo, nécora, percebe…