Razones para hablar de empatía en la enfermedad mental
En el ‘Día Mundial de la Salud Mental’, el valor de saber ponerse en el lugar del otro es clave para acabar con el estigma. El doctor José Luis Carrasco, catedrático de psiquiatría, aclara el verdadero valor de la empatía y da claves para aprender a desarrollarla.
Hoy, 10 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental, que con lemas como "Soy como tú aunque no lo sepas", "Ponte en mi lugar. Conecta conmigo" o "Dignidad y salud mental", intenta crear una identidad visual que en esta ocasión apela a la empatía de la sociedad hacia las personas con problemas de salud mental, recordando que son muchas más las cosas que todos tenemos en común que las que nos diferencian, y en la importancia de saber ponernos en el lugar de los demás para comprendernos mejor.
El Dr. José Luis Carrasco, director de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo, y catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, explica que "la empatía es la capacidad no sólo para detectar lo que otros sienten, sino también para experimentar uno mismo esa emoción".
La necesidad de recurrir a la empatía es un paso necesario, simplemente, porque la batalla contra el estigma social de las enfermedades mentales no se ha ganado todavía y es posible que parte de la culpa sea no haber realizado el suficiente hincapié en este valor fundamental que promueve la solidaridad y el crecimiento individual. "Porque, sin ella, hablar de inteligencia emocional es una utopía. Sin ella, hablar de acabar con el estigma es una irrealidad. Y, precisamente, porque hablar de empatía respecto a las personas que sufren una enfermedad mental es ‘eliminar’ de golpe la barrera que nos separa del ‘Ponte en mi lugar. Conecta conmigo’", aclara el experto.
El trasfondo de la empatía
La empatía permite reconocer lo que otra persona siente, lo que nos hace más sensibles, compresivos, humanos. "Porque, también, abre las puertas a interpretar, detectar y conocer las emociones y pensamientos ajenos. Es más, esta capacidad facilita poder influir en los demás, porque la emoción es el gran movilizador de la sociedad. Por eso, la persona empática tiene una mayor capacidad para movilizar a otras personas y ejercer influencia sobre ellas. Las personas empáticas tienen mejores relaciones con los demás, son más altruistas, sienten el impulso de ayudar a otros y, todo ello, les facilita una mejor posición de cara a los demás. Es decir, caen mejor, son más líderes", apostilla.
La otra cara
Es cierto que existe otra cara más amarga de la moneda: el coste de ‘ser mejor persona’. Estar siempre pendiente de los demás puede descuidar las propias necesidades personales u olvidarlas. Incluso, a veces, ser demasiado empático puede conducir a que otros te manipulen o al agotamiento.
"Pero cuando hablamos de empatía hacia las personas y las familias afectadas por problemas de salud mental, todos, todos, sabemos que ponernos en su lugar sólo conduce a una meta, una positiva y enriquecedora para todos, la que nos lleva a una sociedad mejor", reconoce el Dr. Carrasco.
Aprender a ser empático
Por ello, el Dr. Carrasco nos ofrece algunos consejos para ser más empáticos:
-Olvídate de los prejuicios.
-Practica la escucha activa, pero siempre que también te abras.
-Cultiva la curiosidad por ‘los extraños’.
-Practica la sonrisa; abre puertas.
-Da ánimos y consuelo.
-Y escucha ‘todas las reglas’ interiores que te empujan a querer acercarte a los demás.