¿Sabes por qué en muchas dietas recomiendan el consumo de panes tostados en lugar de pan fresco?
El pan tostado tiene una textura más crujiente, por lo que precisa de una mayor masticación.
Masticar más un alimento hace que tardemos más tiempo en comerlo, que comamos más despacio, lo cual puede facilitar su digestión y, además, nos ayuda a no devorar los alimentos y que comamos con ansia. De este modo, al emplear más tiempo en la masticación, aumenta la sensación de saciedad ya que esta sensación llega al cerebro después de un tiempo de comenzar a comer.
Hay que tener en cuenta también, que los hidratos de carbono desecados son más difíciles de digerir, por lo que quemaremos más calorías durante el proceso de digestión. Además, la energía que generan estos nutrientes se liberará de forma más paulatina con lo que la sensación de saciedad durará más tiempo.
Tanto el pan fresco como el pan tostado, son alimentos idóneos para personas que tienen el colesterol alto o simplemente para mantenerlo bajo control.
Si además de comer pan tostado, comemos pan tostado integral, aportaremos más fibra a nuestro organismo, lo cual evitará problemas de estreñimiento y sensación de hinchazón, además de saciarnos más.
En resumen, lo ideal sería comprar pan fresco y tostarlo justo antes de consumirlo, así aprovecharíamos todos sus beneficios y propiedades, además de comerlo caliente.
Es cierto, que dada la gran oferta de panes que existen actualmente puede resultar complicado saber cuál es la mejor opción.
Por eso, desde la Consulta de Nutrición, a la hora de elegir un pan tostado os recomendamos que previamente leáis su etiquetado.